miércoles, 4 de junio de 2008

Peanut: la Odisea


Cada día me convenzo más de lo lindo que es el fusbol.
Y ni que hablar si se comparte con amigos, cerveza y el elemento infaltable y saladito, llamado maní.
Ahhhhh...esa combinación debe de ser de las mejores del mundo.
Y todo parecía que aquella final de la Champion's League, a emitirse el 21 de mayo del 2008, sería así de perfecta...

Pero no.

Yo, que voluntariamente me había ofrecido a aportar el maní a dicho evento amistoso (por lo de compartir con amigos digo...el partido no lo era, claro está), me llevé una gran decepción y un, igual de grande, disgusto.

En verdad no me llevé la peor parte. Ese rol se lo dejamos a una amistad que, dada lo vergonzoso y nauseabundo de su acto, prefirió permanecer en el anonimato. A efectos prácticos, vamos a cambiarle el nombre a Sebastián Guiyón.

El iba a tener el "honor" de abrir la tan preciada bolsa de maní. Y así fue.
Despreocupado por el exagerado olor, que dicha bolsa emanaba, tomó un maní y lo deglutió. Acto seguido, y acompañado por una expresión de confusión en su rostro, prosedió de igual forma con un 2º maní.
Luego de ese evento, y aumentando su expresión de desagradabilidad, comentó: "pah...esto está raro che..."

Inmediatamente, tomé la bolsa de maní entre mis manos y, frunciendo el entrecejo, busqué deseperadamente la fecha de vencimiento, llevandome una enorme sorpresa: 07 04 2005

3 años...
3 años le lleva a un niño a "aprender" a mentir , a subir las escaleras, a controlar su esfinter durante el día y a bailar...
Es el mismo tiempo que ese maní, MI MANÍ, estuvo en descomposición.
Y así de pegajoso estaba. Juro que se adhirió a mi dedo de tal forma que la gravedad no hacía efecto sobre él.

"Esto no va a quedar así" me dije.
Es por eso que, ni bien estuve de regreso en mi hogar, me dirigí al MULTIAHORRO ubicado en Ramón Anador esq D. Pereira de Rosell, a transmitir mi descontento con el producto adquirido.

No sólo me trataron mal, hablándome agresivamente, sino que me mintieron (una "encargada" me juró que no vendían ese maní) y me adjudicaron a mi, el problema de la compra.
Al final recuperé el dinero de la compra (que a esa altura, me importaba poco y nada), pero me quedé con tanta ó más ira, que la noche que salí del cine, luego de ver "300", y tenía una necesidad de luchar por Esparta y aniquilar a cualquier persa que se me cruzara.

Ahora no voy más a ese "súper". Y mirá que me queda en frente de casa.
Igual me quedé con ganas de tomar acciones contra la "encargada" que me destrató de una manera abominable.

Ahora ya aprendí la lección: siempre hay que pregunrtarle el nombre a las personas con las que hablamos (sobre todo si nos quejamos de un maní putrefacto)

1 comentario:

Anónimo dijo...
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